“Quien va a escribir poesía debe cumplir con ciertos requisitos” decía mi profesora de español en pasadas calendas y se despachaba con el cuento de la rima, la métrica, la intensidad, las figuras literarias, etc., “escribir poesía” se convertía en una tarea titánica si le sumábamos los estilos, las escuelas, los tipos, los versos, las asonancias y las consonancias.
Años después y acostumbrado quizá por la formación política contestaría de los años 70, por mi constante y tozuda idea de hacer cosas diferentes y por la disposición innata de romper paradigmas, me di a la tarea -entre otras cosas- de escribir lo que sentía, lo que me agradaba y me complacía, y porque no decirlo a vivenciar mis más íntimos momentos en el silencio de la poesía, sin atreverme siquiera a contarle a alguien lo que hacía, hasta que un buen día leí este Fragmento de Octavio Paz[i]:
“Cada poeta y cada época tienen su propio ritmo respiratorio, porque el ritmo, más que la medida, es visión del mundo”
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Fabio Alberto Cortés Guavita
Bogotá, Colombia
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