Por enésima vez en los últimos
tiempos
siento el peso de la soledad
el de los años otoñales,
de dolor inmenso, de padecimiento supremo,a causa de aquellos ojos negros y bellos
de esa mirada de promesas indescifrables,
aquella boca sensual de labios retadores,
esa imagen que se alza misteriosa
y oferente como una evocación
personificada por el propio destino.
Encantado voy por sus primores,
por su talento y hermosura
ella encarna mis ideales
se enmarca en el continuum
entre la debilidad y la fortaleza,
entre el amor y el desamor,
equilibrados en un fase atrayente
entre el ser y no ser,
entre la duda y la certeza,
entre el compromiso y la evasión
entre el amor y el olvido.
Ella es un símbolo de ternura
¡cuán diferente a la clemátide!,
es como un bálsamo redentor
después de haber sufrido tanto,
es el resurgir de nuevo,
el sentir naciente de una anunciación
de vida plena, de amores escondidos,
un himno de exaltación, cual cántico
de aves pletóricas de pasión,
erigida en campanario milagroso
de invisibles promesas de amor.
FABIO ALBERTO CORTÉS GUAVITA
POETA MAESSE
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