Una semejanza con mi Bogotá natal lluviosa y fría, pensé y apresuré
el paso, rumbo a la Plaza de Bolívar en el centro de Lima, ciudad colonial de
mañanas grises; observando a lado y lado con la premura que da saber que la
tarea a realizar, es en cierta medida oculta, dadas las condiciones de
inseguridad y las denuncias a presentar, misión: la búsqueda de la solidaridad
internacional.
Los atropellos del estatuto de seguridad en la Colombia de finales
de los años 70 ignominiosa situación plagada de persecución, desapariciones y
torturas, el vivir en carne propia tal persecución me llevaba camino al
encuentro con los camaradas peruanos, a denunciar lo que Colombia callaba de
manera cómplice, solidaridad internacional para quienes creíamos en un país más
justo y equitativo, lejos de los abusos del poder, de militares y civiles en
contubernio.
Vuela mi pensamiento hincado en recuerdos de vívida experiencia,
plagada de compañeros golpeados los unos, cautivos los otros, y torturados los
más, sin perder de vista al enemigo poseído del odio más violento guiado por la
mano del verdugo de la democracia.
Mi rostro helado por el frío se cortaba hiriente por al aire, pero
el corazón pulsaba henchido y vehemente ante la posibilidad cierta. Persevero
rebelde. En esa frecuencia de violaciones y humillaciones, no va mi existencia...
Ella sigue la inclinación, la llamada del deber; camino por las calles solitario
y altivo hacia la meta en busca de la verdadera libertad… apresuré el paso…
FABIO ALBERTO CORTÉS GUAVITA
VIVENCIAS
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